Con el sonido de tus palabras diciendo “mi sobrina favorita, como cuando te cambiabas a mi cama y me pedías que te leyera un cuento”, comenzó el despegue. Abrupto, rápido, brusco, muy brusco. Más de 14 años se cruzaron en un par de horas, en una especie de desvanecimiento temporal. Un abrir y cerrar de ojos y era como si nunca se hubiesen dejado de ver y hablar. Ya no eran juegos diarios ni caprichos infantiles, eran conversaciones por montones, risas, intercambio de historias y vivencias, tal cual, demostrando que la lejanía nunca había existido. Así de golpe volvieron las palabras de ella, habrá un nuevo regalo pronto y volveremos a compartir risueños días juntos, “reencontrándonos”, en medio de estos países de luces nocturnas y calurosas-cálidas tierras de día.